Y con lagrimas en tu rostro, por recientes heridas, y un interior roto; es tan consolador asomarte para ver, que a excepción de tu interior nada se ha de detener.
Y que todos siguen, sin importar nada, porque a donde mires, sigue todo de una forma cotidiana.
Y es que nada ha parado, nada se ha detenido, nada se ha estancado en la derriba de un río. A excepción de algo, una estúpida sonrisa, a cambio de un llanto que descontrola tu vida. Algo pasó, algo cambió; algo sólo se rompió como una frágil rama, sólo se quebró, para con una llama, cenizas volverse y desaparecer para siempre. Y algo desapareció, en algún lugar, en algún espacio, tras un viaje sideral.
Pero a pesar que la magia se esfumó, a pesar que el dolor apareció, a pesar que todo cambió, el mundo no se desintegró.
La tierra no se detuvo, nada explotó, el mar sigue azul y nada ocurrió. Porque a pesar que algo se rompió, como las agujas de un reloj, todo sólo siguió, y tu, sin rumbo fijo, haces un último intento de ahogar un lamento.
Y es una sensación de frustración, como al terminar una canción, con una sonrisa, pero sabes que un brillo desapareció...
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