Y los problemas pueden crecer hasta ya más no poder, las lágrimas pueden escapar como la lluvia en medio del frío invierno, la tristeza te puede embargar y hasta sofocar... y todo puede suceder tan rápido y lento a la vez...
Y quieres escapar, quieres correr sin dirección, quieres olvidar todo, quieres simplemente continuar y dejar atrás lo demás, que parece ser una gran tormenta en medio del sol...
Culpas tal vez al destino, y hasta crees que no tienes la culpa de lo que pasa, y tal vez sea así, pero piensas que lo único que ahora te queda es llorar... simplemente eso...
Pero en realidad, no es así, porque si tu quieres, tu puedes cambiar todo, las predicciones, las opiniones, aquello escrito en un papel, los pensamientos, pero sobre todo, tu futuro... Tu puedes hacer la diferencia, porque, ¿quién dijo que lo diferente es malo?, y puedes superar las expectativas de los demás sobre ti... sólo si tu quieres, y decides actuar.
Y los problemas no son más que eso... problemas, que hasta tu mismo te armas sin ninguna razón aparente; problemas que no tienen justificación, y que como un edificio con frágiles cimientos, está destinado a caer, y con éste todo lo que halla adentro o a su al rededor, y tu sólo decides, si entrar en éste edificio o no...
Porque el futuro es incierto, sí, no podrás saber lo que pueda pasar, y las dificultades sólo hacen parte de tu vida, y realmente, éstas no son causadas por un culpable, porque en realidad no lo hay en sí o en verdad no importa... Lo importante es cómo reaccionas, porque tu no puedes controlar el destino, pero si hacer algo al respecto que cambie a éste...
Y si en medio del intento, flaqueas... sólo recuerda, que después de la tormenta, siempre sale el sol...
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